Lo mejor que tuvo el Numancia-Málaga de ayer es que al final del partido Antonio Hidalgo, uno de los referentes del equipo, reconoció que estamos en un bache y casi a punto de entrar en socavón. El Málaga se ha venido abajo desde hace muchas jornadas, y eso es así por mucho que duela reconocerlo y que fastidie por el momento tan malo en el que llega este bajón del once de Muñiz y porque los nervios comienzan a asomar tras una triunfal temporada...
En Soria, el Málaga perdió ante un líder que ya con 66 puntos está en Primera como aquel que dice. Pero perdió también ante un equipo que no demostró nada del otro mundo y que hizo muy poco por la victoria. Menos hizo un Málaga excesivamente conservador en el principio (lo que me hace pensar que los nervios han llegado al propio Muñiz), con una alineación extraña en la que se echaban de menos otros nombres pese a las lesiones.
El Málaga no estuvo bien en Soria y por eso perdió ante un rival con muchos puntos, pero que lo tuvo fácil. La impotencia del equipo blanquiazul fue manifiesta, lo mismo que es manifiesta la baja forma de jugadores en otras fases de la Liga claves, como Baha (¿dónde estuvo ayer?), Paulo Jorge o Calleja. Ni una sola ocasión de gol clara hasta el gol del canterano Gerardo, que nos llenó de ilusión, pero cuya alegría duró lo que un merengue a la puerta de un colegio: un nuevo fallo de situación, una nueva jugada surgida de una falta favorable al Málaga no sancionada por el árbitro (por cierto, ¿es que no los hay peores para que les toquen al Málaga?), y otro gol de Carmelo... Ahí nos fuimos al garete. Con lo que le costaba al equipo hacer una ocasión, conseguir dos goles era misión imposible, como se comprobó al final.
Nueva derrota. Un punto tras tres partidos, dos de ellos ante el penúltimo y antepenúltimo de la tabla, dice muy poco. O mejor, no dicen nada más que una cosa: o apretamos el acelerador o nos vamos a pegar un porrazo del que vamos a tardar años en recuperarnos. Por eso, el partido del próximo domingo, con el gaferío de Canal Plus de por medio, es vital. Es imprescindible ganar. Una pena que lleguemos a este extremos cuando podríamos estar tranquilos y relajados, pero en fútbol todo es posible y en la casa del pobre, cuando te ponen jamón para comer, es el momento en el que uno tiene que comenzar a preocuparse.
Pésimo Málaga. Ya no es que se juegue mal ante los de abajo; ayer, frente al líder, se hizo aguas por muchos lados y se volvieron a evidenciar serias carencias. Muy mal tienen que estar jugadores como Rosado o Sandro para que en esta situación el técnico no eche mano de ellos.
Pero hay que tener fe. En la pelota, el día nunca se repite. O sea, que lo mismo hemos pegado tres petardazos seguidos, que los hemos pegado, que lo mismo machacamos al Sporting. Ojalá. Lo cierto es que el Málaga necesita de todos para salir del agujero en el que ha entrado cuando nadie pensaba en tal posibilidad. ¿Las soluciones? Para eso están los que tienen que buscarlas. Nosotros, los aficionados y socios, lo que tenemos que hacer es acudir a La Rosaleda y animar al equipo hasta el final... Y de camino, darnos una vuelta por Capuchinos para que Fray Leopoldo de Alpandeire nos eche una mano, que no sé por qué me da en la nariz que la vamos a necesitar y mucho.