por dick-turpin el Sab Jun 24, 2017 6:30 pm
Anda que no estamos disfrutando, amigo xaguzar. Y pensar en las excusas que inventabas para no venir. Todo por el miedo al viaje en el DeLorean. Con ese pánico a las innovaciones, no me extraña que los quirópteros hayáis evolucionado tan poco.
Ha sido llegar a la Real de mayo de 1982 y vernos sumergidos en ese momento que mantenemos intacto en la memoria.
Una cosa me ha llamado la atención. Parece que la gente habla más del próximo Mundial, donde estarán seis de los nuestros, que de la Liga recién ganada, como si se tuviera que considerar rutinario un éxito tan enorme. Quizás fue un error no haber disfrutado más aún del momento.
En ocasiones pienso en cuántas generaciones tendrán que pasar para, según cálculo de probabilidades, conocer otra Real igual de campeona… y me asusto.
Vale ya. Dejémonos de sentimentalismos y vayamos al grano, que tenemos una misión.
Repasamos la situación actual que va a desembocar en la venta del “txatarras” al Barcelona. Veamos los informes de ambos jugadores, datos y visión instantánea de los técnicos sobre ambos.
Periko Alonso. Tolosa, 1 de febrero de 1953.
Llega al Sanse en 1974 (21 años), procedente del Tolosa.
En 1977 (24 años) asciende a la primera plantilla, debutando en septiembre.
En esa misma temporada se hace titular en el centro del campo (entre Diego y Zamora como lo recordamos). Ese puesto carecía de dueño fijo, habiendo sido los más habituales L. Murillo (que alternaba con el lateral izquierdo y quien, sorprendentemente para un jugador que poco antes había llegado a ser el referente del equipo, había comenzado un declive inhabitual en su edad), Gaztelu (31 años) -que también ocupaba otras posiciones- e Iriarte que suplía a los tres compañeros de la izquierda y a quien las lesiones nunca le permitieron continuidad.
A pesar de sus buenos números (27 partidos disputados, 20 de titular, y 5 goles) no llega a terminar de convencer, menos aun si se le compara con sus compañeros, algunos auténticos cracks. Es difícil olvidar su paso por el Sanse, donde, pese a la diferencia de edad con el resto, sus recursos técnicos parecían limitados. Si algo le había aupado al primer equipo eran su pundonor y potencia, esa misma que, bastante descontrolada, torturaba la cubierta de la tribuna del mercado de frutas con aquellos misiles tierra-aire.
Prueba de ello es que, de cara al comienzo de la 78-79 pierde la titularidad en favor de Iriarte, en ese momento recuperado, que es quien comienza jugando ante el Burgos y el Recre, dejando a Alonso en el banquillo. Las lesiones vuelven a cebarse en Salva y solo aguanta dos partidos. Para el tercero, contra el Celta, vuelve Periko al once inicial, donde se afianza, quedando, ya con Celayeta y Gajate, conformada la alineación de la imbatibilidad y, con el único cambio posterior de Gorriz por Gajate por lesión, la Campeona de la bandeja de la Kutxa.
Si ya en la temporada del debut en la máxima categoría se habían apreciado avances en su juego, lo que viene a continuación es llamativo y casi irrepetible para un jugador de su edad. En las cinco temporadas que permanece en el primer equipo (de los 24 a los 29 años, ojo) no deja de progresar, mejora en posicionamiento táctico y aprende a aprovechar íntegramente su potencia, llegando a perfeccionar su remate lejano, con un porcentaje muy alto de envíos a portería, donde recordábamos la cubierta del mercado de frutas. No sé si he tenido oportunidad de conocer otro caso similar de evolución a esa edad. En nuestro Club, al menos, diría que no.
Ahora, primavera de 1982, Alonso (29 años) está en la cresta de la ola. Doble campeón de Liga e internacional indiscutible (a punto de disputar el Mundial). Los técnicos, aún sorprendidos por la evolución referida, piensan que es imposible una mayor progresión y que a lo más que debe aspirar es a ralentizar todo lo posible su predecible declive, por la edad y, sobre todo, por considerar sus enormes prestaciones actuales desmesuradas para las expectativas lógicas y, por lo tanto, difíciles de mantener.
Juanan Larrañaga. Azpeitia, 3 de julio de 1958.
Llega al Sanse del Lagun Onak en 1977 (19 años).
A pesar de las altas expectativas, perjudicado por un incidente mientras cumplía el servicio militar, se alarga su periodo de formación más de lo previsto.
En 1980 (22 años) pasa al primer equipo, debutando en Liga en diciembre. Aunque ya formado el primer once campeón, consigue disputar nueve encuentros.
Continúa su evolución y en la temporada siguiente su participación es fundamental para conseguir la segunda Liga. Para no ser considerado titular –todos podríamos citar de carrerilla la alineación con Uralde- consigue algo extraordinario: juega los 34 partidos del campeonato.
Ya está confirmando lo que apuntaba desde su etapa de juvenil. A su personalidad (confianza en sí mismo) añade una virtud al alcance de muy pocos: ve el fútbol a una velocidad imposible para casi todo el resto. Así es capaz de entrar al cruce a un contrario, pero no despejando el balón a banda, ni siguiera alejándolo lo más posible, sino intentando un pase al extremo que no siempre le sale bien –lo que provoca murmullos en la grada- pero que denota la velocidad con que sitúa a compañeros y contrarios, es decir, lo rápido que lee el juego.
La situación económica de la Real, en contraposición con la deportiva, es preocupante. Orbegozo ya ha comenzado a decir que está herida por un rejón de muerte, en alusión a que su sostenibilidad pasa inexorablemente por la ampliación del número de espectadores a través de la construcción de un nuevo campo, algo que ni se ha producido, ni se prevé a corto plazo.
Sigue vigente el derecho de retención, pero entre los incrementos legales y los derivados de logros deportivos e internacionalidades, los gastos del primer equipo han aumentado en porcentaje muy superior al de los ingresos por abonos y taquilla.
Se hace preciso aligerar la plantilla de manera estratégica y, de paso, recaudar algo.
De los seis mundialistas –por lo tanto susceptibles de despertar mayor interés- Arconada, Zamora, Satrustegui, López Ufarte y Uralde no tienen sustituto de garantía (Bakero está convaleciente de su lesión), además de lo impopular de la salida de alguno de los cuatro primeros. Solo Alonso tiene un relevo natural: Larrañaga. Sería sustituir un jugador consagrado que ha tocado el techo y al que se augura un próximo declive, más o menos pronunciado, por otro más joven con proyección y límite inimaginables.
Y, cosas de la vida, es Periko quien va a hacer las maletas rumbo a la Ciudad Condal.
¿Decidirán venderlo, querrá irse o, como habíamos comentado, “se irá”?
No sé si hemos hecho el viaje en balde -para mí ha sido enriquecedor- pero no hemos encontrado la solución al enigma, aunque sí algunas claves para llegar a ella.
Dejo la respuesta a tu sensato criterio, amigo xaguzar, pero no te detengas ahora a pensar, que nos está esperando Doc –gran tipo- para devolvernos en el tiempo y si se va puede pasar una eternidad hasta que encontremos forma de regresar. Es un lujo que no podríamos permitirnos ya que nos espera mucha labor para preparar la plantilla para la próxima Uefa.