El viernes estuve trabajando en BILBAO.
A la vuelta me paré en el área de servicio de AMOREBIETA a tomar algo.
Eran las cinco de la tarde.
Me crucé con un padre y su hijo vestidos de la REAL. Iban a SAN MAMÉS.
Les lancé un grito de ánimo: -"AUPA LA REAL"-. Y me sonrieron.
Qué poco sabíamos, que a pesar de viajar en dirección contraria... nos dirigíamos los TRES al mismo CIELO.