Si se atrevieran, ¿cuántos españoles abofetearían a su presidente?.
¿Y catalanes o vascos?.
Se ha atrevido un adolescente bastante inconsciente y por eso se ha atrevido.
Hay que reprimirse porque vivimos en sociedad con reglas sociales.
Y no está bien utilizar la violencia física aunque tú seas una víctima de todas las violencias.
Y como es un político el agredido, todos los políticos salen al minuto uno a denunciar la agresión porque no son formas en democracia.
Aunque sea en democracia cuando apalean con porras a los manifestantes o sacan ojos con disparos de escopeta o desahucian a la gente dejándola en la calle o torturan en centros oficiales o cuando también la democracia deja en la miseria a más de un millón de españoles.
O sea, tenemos dos clases de violencias : La violencia ejercida por particulares contra responsables políticos, que siempre debe de ser explícitamente condenada con una jaculatoria, y la violencia estructural que puede ser asumida y hasta justificada porque es la violencia de todos, es decir es la violencia democrática.
El hoy agredido Rajoy llamó a consultas a la última catalana que perdió un ojo, para expresarle su solidaridad y ofrecerle sus servicios?. Si el máximo responsable del estado ahora agredido no lo hizo, ¿porqué hay que mostrar ahora solidaridad con él?.
Habría que preguntarse, por ejemplo, ¿cuántos actos de violencia y crímenes varios ha presenciado en diferentes formatos el adolescente agresivo a lo largo de su corta vida?.
¿Miles?. Imposible de cuantificar pero seguro que muchísimos.
Producimos, promocionamos, alentamos y distribuimos cientos de secuencias violentas en cine y tv de una crueldad absoluta. De tal manera que el bofetón al presidente parecería algo light. Pero somos tan hipócritas que con la agresión “light” le metemos entre rejas para seguir representando la violencia total para consumo masivo de jóvenes y adolescentes. Y es que da bastante dinero.
Vivimos en sociedades absolutamente violentas en las que sin embargo está prohibido escenificar la violencia en público de forma privada. Lo puedes hacer de forma organizada formando empresa o la puedes ejercer en nombre de la democracia sacando ojos o la puedes hacer en nombre de un servidor público llamado Banca para sacar a la gente de su casa. Pero que no se te ocurra responder porque entonces es pecado.
Le habrá dolido el moratón y a su dignidad al presidente, pero es muy probable que el puñetazo le dé algunos votos.
Sainete social.
Y dentro del sainete continuado entramos en el sainete de la “violencia verbal” que el candidato Sánchez dirigió al presidente Rajoy, que tanto ha escandalizado a las almas sensibles de sacristía.
Ahora resulta que a un partido absolutamente corrupto no se le puede llamar indecente.
O a su presidente, que es el máximo responsable de la indecencia.
No queda fino, no son formas, no son maneras. Se le puede llamar pelín pecador, se le puede llamar el del plasma, pero llamar a la indecencia indecente no parece apropiado en esta hipocresía generalizada de la derecha.
Claro que la crítica proviene de la derecha más rancia de Europa que prefiere la indecencia a nombrarla. El nombrarla no es de buen gusto para los indecentes.
Uno de los síntomas claros de decadencia de las personas y de las sociedades es prohibir nombrar a la misma realidad, para ver si así, sin nombrar el pecado, el pecado deja de existir. Lo que no se menciona, lo que no sale en tv, no existe.
Por lo tanto, llamar indecente a la indecencia, para estas almas sensibles no es de buen gusto. Con el buen gusto se nace, es cuestión de clase. Aunque otros nacen sin esa clase pero hacen muchos esfuerzos para parecerse.