PAZ EN COLOMBIA

Debate sobre la situación política

PAZ EN COLOMBIA

Notapor URIEL el Sab Ago 27, 2016 3:18 pm

Paz en Colombia: ¡yo te aviso chiruli!

ADOLFO P. SALGUEIRO27 DE AGOSTO 2016 - 12:01 AM

El miércoles 24 se escenificó en La Habana la ceremonia de “finalización definitiva” de todos los puntos duramente negociados entre el gobierno legítimo de Colombia y las FARC-EP, uno de los grupos guerrilleros –fuera de la ley– que operan en ese país y que ha sido protagonista principal de los mas horripilantes hechos de sangre en la historia neogranadina a lo largo de los más de cincuenta años de conflicto armado.

Desde esta columna siempre hemos expresado extrañeza por el hecho de que sea nada menos que el presidente Santos quien haya empeñado todo su capital político y su esfuerzo de más de un período constitucional en lograr un entendimiento precisamente con aquellos a los que, como ministro de la Defensa de Uribe, combatió y prácticamente logró exterminar con resonante éxito. Una vez que los tuvo de rodillas los rescató y los sentó de igual a igual en una mesa de negociaciones en la que, a lo largo de cuatro años, el gobierno fue concediendo una a una casi todas las exigencias de un grupo que es repudiado por más del 90% de la ciudadanía colombiana.

Sorprende y desagrada que entre los temas que fueron materia de negociación y transacción estuvieran incluidos la discusión de un nuevo modelo de gestión económica para el campo, una modificación en la forma de administrar justicia, la inclusión de representantes no elegidos en los cuerpos parlamentarios, régimen del modelo de desarrollo económico y demás asuntos que ciertamente requieren de un amplio y profundo debate dentro de la sociedad colombiana, pero que –definitivamente– no pueden tener como contraparte a un grupo cuya representatividad como fuerza política es insignificante, sus ejecutorias son el narcotráfico, el lavado de dinero, el secuestro, la violación de los derechos humanos, aterrorizar poblaciones y demás actividades que no se condicen con la agenda que pueda estar en una mesa de negociaciones. Esas cosas se discuten en el Parlamento al que se llega por votos, no por armas.

Otra razón para deslegitimar la presencia de las FARC-EP en la susodicha mesa es el giro que iba tomando la confrontación militar en la que el gobierno de Uribe (con Santos como brazo armado) estaba a punto de liquidarlas. Negociaciones pide el que va perdiendo, no el que va ganando. Siendo así, ¿no hubiera sido preferible culminar la tarea militar en lugar de sentarse a hacer concesiones?

Este columnista tiene la mejor opinión de Humberto de la Calle, jefe de la delegación gubernamental en La Habana. En su discurso ese señor reconoció que éste y cualquier acuerdo puede no ser el mejor, pero que lo logrado fue lo “mejor posible” y requirió de muchas concesiones. Desde estas líneas se postula que no había razón alguna para sentarse en ninguna mesa cuando el enemigo estaba ya de rodillas. De la misma manera afirmamos que no tenemos la menor confianza en el respeto que FARC-EP pueda tener en el futuro por lo convenido. No está en la naturaleza de quienes se autoasumen como “revolucionarios” atenerse a las limitaciones de un papel firmado con la burguesía. Ejemplos sobran. Ya veremos como se concreta la “dejación de armas”, los juicios de la “justicia transicional”, la desvinculación con el narcotráfico y demás “detallitos”. Quien esto escribe pronostica dificultades insalvables que se aprovecharán para tomar oxígeno y reposicionar la lucha. Ojalá estemos equivocados.

Y de paso: ojo avizor en Venezuela. Mucha de esa gente desmovilizada, desempleada y experta en actividades non-sanctas encontrarán fácil, deseable y conveniente pasar a Venezuela, donde sus “camaradas” seguramente no los verán con malos ojos, al menos hasta que (como los desplazados palestinos en Jordania o Líbano) empiecen a reclamar sus propias reivindicaciones.

Por el momento, lamentémonos con enterarnos que más de medio millón de personas cruzaron la frontera de acá para allá en una semana para comprar comida, que las autoridades de Migración colombianas comenzaron a “controlar el flujo de venezolanos”, que para estudiar en Colombia se precisará visa y demás perlitas que ya van indicando en qué dirección soplan los vientos.

Ojalá que los colombianos se percaten y evalúen los alcances de este error histórico y voten masivamente por el NO a la hora del referéndum del 2 de octubre cuando se someterán a aprobación o rechazo los acuerdos alcanzados.
URIEL
 
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Re: PAZ EN COLOMBIA

Notapor URIEL el Sab Ago 27, 2016 3:21 pm

Un Sí “chucuto” a la paz de Colombia



BEATRIZ DE MAJO27 DE AGOSTO 2016 - 12:01 AM

No se imaginan aún quienes acudirán de buena fe a la última etapa del proceso de la paz en Colombia –la del plebiscito por la paz– el tamaño de la responsabilidad que asumen frente a sus hermanos colombianos.

Lo que viene a partir de esta semana, en la que quedaron acordados los términos de la “paz” de cuño Santos, es la votación plebiscitaria, cerca de octubre, que le daría nacimiento o que condenaría a la muerte al género de sociedad colombiana “pacífica”, concebida desde La Habana por el gobierno y los insurgentes.

Los estudios de opinión, de acuerdo con los altos jerarcas oficiales, están a favor del triunfo del esquema de pacificación rubricado esta semana y cuyo contenido global se hará del dominio público una vez firmado el Pacto por las partes  y anunciado por el presidente de la República.

El gobierno pagó y se dio el vuelto en la negociación con la guerrilla. Desde el gobierno, igualmente, se urdió un proceso de consulta popular que garantizara que lo pactado pasaría el examen del país. Para ello, los números que darían victoria a lo acordado, y que permitirían el inicio de su implementación, fueron bien masajeados, concluyendo con un esquema muy alejado de lo sano, y de lo cuerdo, para ser aplicado a una sociedad democrática.

El Sí a la “Paz de Santos” se lo darán muy pocos ciudadanos, de acuerdo con la fórmula diseñada. Como no existe un umbral constitucional establecido en Colombia para la aprobación o negación de una propuesta presidencial plebiscitaria, en esta ocasión se consideró que bastarían 13% de los votantes del país para que la fórmula santista se imponga. 

Es decir, con el Sí de 4,5 millones de colombianos, dentro de un censo electoral de 34,5 millones de votantes y una población de 49 millones, se le dará nacimiento a un incierto acuerdo en el que se incorporarán a la vida ciudadana, a las instituciones públicas y privadas y al ejercicio político, a centenares de criminales que acabaron con la vida de 220.000 de sus compatriotas en 50 años de masacres.

¿Puede la venia de tal ínfima proporción de la población –1 de cada 10 nacidos colombianos– asumir un irrestricto perdón de tal calibre, sin que exista una verdadera y suficiente compensación a las víctimas, conformadas estas por un país entero?

¿Cuántos de quienes depositen su voto a favor conocerán a fondo los detalles del complejísimo texto acordado en La Habana? ¿Será este mínimo contingente de personas erigido en intérprete de sus connacionales capaz de marcar el rumbo futuro del país con conciencia plena de sus implicaciones?  

¿Están conscientes los votantes, tanto los del Sí como los del No, que de acuerdo con lo señalado por la magistrada presidente de la Corte Constitucional del país que el resultado “no vincula a otros poderes, porque lo que se va a someter a consideración del pueblo es una decisión política del presidente”?

Sin yo haber leído la totalidad de los textos de compromiso, me inquieta que el vicepresidente Humberto La Calle, máximo exponente del gobierno en la comisión negociadora y quien la presidió, considere que el país está en la puerta de una sociedad más incluyente y le haga un llamado a sus compatriotas a “tolerar discusiones, ajustes y sacrificios, en los que se necesita comprensión, altruismo, tenacidad y paciencia”. Lo anterior nos permite atisbar el espíritu de lo concedido a los narcoterroristas, ya que esta máxima autoridad terminó por agregar: “Hasta el último de los colombianos tiene mucho que aportar, desprendimiento, disposición para reconocer a los ciudadanos como portador de derechos, aun si ese ciudadano ha afectado a otros en el pasado”.

El llamado más bien es a la cordura de los votantes, a examinar las propuestas con detalle e inclinarse a favorecer lo que se considera justo para una nación que, a lo largo de medio siglo, puso los muertos y la tranquilidad del país en una guerra sin sentido. 
URIEL
 
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Re: PAZ EN COLOMBIA

Notapor azerty el Sab Ago 27, 2016 6:14 pm

URIEL

Está claro que lo Colombia no ha sido una guerra civil, en la cual cabe la reconciliación, sino una guerra contra señores de la droga reciclados en "revolucionarios".

Nos es difícil desde Europa tener una opinión sobre el tema de la "reconciliación". Parece como si fuese perdonar a ciertos etarras sus crímenes de sangre. ¿O me equivoco?
azerty
 
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