por RiojArrieta el Lun Dic 04, 2017 3:58 pm
El indigenismo catalán.
Por José García Domínguez.
Algo en apariencia incomprensible. A decir de esa encuesta última que acaban de publicar en El País, resulta que apenas el 24% de los catalanes desearía seguir adelante con el procés. Pero prácticamente la mitad del censo electoral, un 46% de la población mayor de edad, piensa seguir votando a los partidos que llevan más de un lustro impulsando ese mismo procés. Unos partidos, los que acaban de abocar a Cataluña al peor desastre colectivo desde la Guerra Civil, cuyas principales figuras públicas, Puigdemont, Junqueras y Rovira, cuentan además con la aprobación de, respectivamente, un 46, 43 y 42 por ciento de los catalanes con derecho al sufragio. Dicho de otro modo: la totalidad de los votantes nacionalistas aprueba la gestión de los políticos nacionalistas que provocaron el final desastroso del procés, y ello pese a ser muy conscientes del error fatal que supuso seguir los pasos que condujeron a su desenlace último. ¿Cómo entenderlo? Pues quizá recordando una frase, también en apariencia incomprensible, que pronunció Carme Forcadell en uno de sus mítines callejeros durante el clímax tumultuario previo al gatillazo constituyente. Berreó entonces Forcadell en su histriónico, inconfundible estilo: "Si no proclamamos ahora la independencia, desapareceremos como pueblo".
Ese pensamiento individual (lo más grave de cuanto dice Forcadell es siempre la absoluta, genuina sinceridad con que lo dice) y esa paralela revelación colectiva nada tienen que ver, si bien se mira, ni con el asunto de la economía ni tampoco con el de la relación de Cataluña con el resto de España, el famoso encaje. Bien al contrario, cuando Forcadell se atreve a proclamar en público lo que los demás solo confiesan en privado, esto es, que los verdaderos catalanes se acabarán extinguiendo en tanto que grupo demográfico si no son capaces de imponer ahora la creación de un Estado que disponga de fronteras propias, lo que hace es desvelar el carácter en última instancia indigenista del separatismo. Todo lo cultural, lingüístico y antropológico que se quiera, pero indigenista a fin de cuentas. Para Forcadell, como para ese impertérrito 46% de catalanes que piensa seguir votando toda la vida a Esquerra, el PDeCAT o la CUP aunque se acabe el mundo, se marchen de aquí hasta los puestos de pipas y caigan sobre las plantaciones de peras de Lérida las siete plagas de Egipto, la cuestión no es ni la economía ni el encaje.
La cuestión, la profunda, la genuina, la susceptible de galvanizar pasiones que puedan llevar incluso a la cárcel o al exilio, es la eventual desaparición de la tribu primigenia a consecuencia de las migraciones externas y la baja tasa de natalidad doméstica. Los catalanistas siempre han tenido la inmensa suerte de que en el resto de España nadie lee nunca lo que escriben. Nadie. Nunca. Por eso en Madrid se siguen repitiendo y repitiendo y repitiendo los lugares comunes de rigor sobre la pela y demás convenciones manidas. Pero si los leyeran, los entenderían. Porque desde el introductor de la ciencia demográfica en España, Josep Anton Vandellós, aquel discípulo catalán de Gini, el gran estadístico fascista de la Italia de Mussolini, hasta Anna Cabré, la actual directora del Centro de Estudios Demográficos de la UAB, la crónica obsesión de los teóricos del catalanismo ha sido la continuidad biológica de la tribu, siempre amenazada por el regular asentamiento en Cataluña de contingentes humanos procedentes de otras latitudes peninsulares. Si no se entiende eso, no se entiende nada. Y cuando se entiende eso, ya no se espera nada.
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Alpa.
Es que es bastante incomprensible que, tras el fracaso estrepitoso del "prusés", siga habiendo ese % de votantes dispuestos a depositar otra vez su confianza en semejantes tramposos.
Tramposos a las reglas de juego, muchas veces injustas, de acuerdo, pero reglas de juego vigentes hasta que todos los españoles votemos y las cambiemos por otras.
Hicieron los fulleros un referendum a su manera, consiguiendo un 37% del censo electoral y semejante "argumento" lo elevaron a "mandato democrático" para la Declaración Unilateral de Independencia.
Con una estrategia perfectamente calculada, saltándose todas las reglas a la torera y pasándose bajo el forro de sus cojones a todos los demás ciudadanos españoles, buscaron SER VÍCTIMAS. Y que se viese.
La jugada les salió redonda el 1-O. El gobierno no estuvo fino ahí, es verdad, pero joder, todavía recuerdo las hostias y demás que arreaban los grises en otros tiempos y en otras latitudes. Por ejemplo, en Euskadi. Y nadie lloriqueaba lamentablemente con el ¡mama, pupa! como estos. Si es que es de vergüenza ajena........
Típico, por otra parte, de una mentalidad pequeñoburguesa. Coño, y con esos mimbres quieren nada menos que una ¡liberación nacional!.
Pero dejemos todas esas disgresiones que quizá no vengan a cuento en el asunto del indigenismo-esencialismo que nos ocupaba a partir del artículo de arriba.
Indigenismo-Esencialismo. Vamos a ver.
Es que resulta llamativo y muy contradictorio que los cuadros dirigentes del PdeCa, de ERC y de la CUP estén formados mayoritariamente por personas de apellidos catalanes "pata negra", mientra que en la población catalana general los apellidos predominantes de forma abrumadora sean los originarios en otras zonas de España.
Con otras palabras, resulta muy revelador de que los titulares del "mandato ancestral de la catalanidad", de la "esencia catalana", son las viejas estirpes catalanas, actual y poblacionalmente minoritarias, las cuales se encuentran al mando; mientras que las grandes masas que salen e inundan las calles obedeciendo las consignas de esas élites catalanas "pata negra" tienen que ser necesariamente, o bien descendientes de castellanos, murcianos, andaluces, manchegos, etc, etc, o bien "mestizos" (entiéndase el concepto) en su minoría.
Sí, ya sé que estos juicios se salen de la metodología neopositivista de la sociológía al uso. La cual emplea datos objetivos. O quizá no.
Pero ante credos que manejan instancias tan profundas de las personas (patria, pueblo, ancestralidad, tribu, identidad, historia, etc.) y consiguen movilizar a tamaños contingentes, quizá haya que recurrir a explicaciones que lleguen a los ya clásicos inconscientes colectivos de Jung y cosas por el estilo.
Un saludo.