LILLO EN MEXICO

LILLO EN MEXICO

Notapor Benito_Camelas el Jue Abr 03, 2008 8:52 pm

dejo un gran recuerdo.....



"El drama del descenso tiene múltiples significaciones. Cada individuo, de acuerdo a su propia experiencia, puede proporcionarnos una definición aparentemente fiel de lo que significa perder la categoría después de librar una batalla agotadora y desgastante, que no da tregua y que impide el mínimo de los respiros. El técnico que fracasa en su intento por mantener a flote el barco; el jugador cotizado que ve de un día a otro como pasa de la gloria al infierno sin que se le respete su jerarquía futbolística; el aguador, eterno acompañante de las tristezas y alegrías de una institución… y el periodista, sumergido en una exigencia de objetividad y a la vez con el corazón tan vulnerable como el de cualquier persona.

Para un comunicador joven, como un servidor, es difícil desprenderse emocionalmente de lo que sucede a su alrededor. Por cuestiones laborales, me tocó viajar cada quince días a Sinaloa para seguir las andanzas del cuadro del Pacífico en el Máximo Circuito. Confieso que me sentía parte del equipo. Me hospedaba en el mismo hotel y tenía mucho contacto con la directiva, pues más que ir a reportear, realizábamos –un fotógrafo, la redacción en México y un servidor- los trabajos correspondientes al área de prensa: entregábamos reportes en vivo, crónicas de los encuentros, transmitíamos minuto a minuto para el portal de los Dorados… Era una relación muy estrecha.

Así, el nombre de los Dorados se fue metiendo poco a poco en mis pensamientos. En ocasiones, cuando el despertador sonaba en las primeras horas del sábado, me reprochaba por tener que sufrir desvelos y malos amaneceres para ir al aeropuerto y tomar el avión que me llevara a Culiacán, pero al llegar al estadio la pasaba bien. La afición sinaloense siempre se comportó de manera cálida; además –seguro lo saben- uno encuentra cualquier cantidad de mujeres guapas en dicha zona, por lo que la fórmula soñada de futbol y belleza se cumplía cabalmente.

En fin… a lo que voy con esta especie de remembranza es a ese partido que marcó el descenso de los Dorados de Sinaloa. Los dirigidos por Juan Manuel Lillo, en verdad un auténtico fraude como estratega, tenían que ganar para no depender de otros resultados. Horas antes de que comenzara el partido, Culiacán era un auténtico hervidero. La tambora sonaba por doquier; los futbolistas eran asediados por la misma gente que minutos más tarde acompañaría al camión del equipo hasta el Carlos González y González –Estadio Banorte en términos publicitarios-. Los medios de comunicación, oportunistas como somos, por primera vez se daban cita en gran cantidad. La ocasión lo ameritaba, apestaba a descenso o a salvación, elementos valiosos para vender periódicos e imágenes al día siguiente.

El fotógrafo que viajó conmigo –se me escapa el nombre por el momento- y yo acompañamos la caravana rumbo al estadio mientras escuchábamos a un taxista que rogaba por la permanencia de su escuadra. Quien aún se atreviera a declarar que el futbol no formaba parte de la sangre sinaloense, tenía forzosamente que callarse la boca ante el espectáculo multitudinario que se vivía en esa tarde con tintes festivos y a la vez de muerte probable.

La casa de los Dorados estaba unida en torno a una misma pasión, a un mismo deseo. Los culichis dominaban, coqueteaban con el gol, incluso lo consiguieron por conducto de Sebastián Abreu, pero fue correctamente invalidado. Preocupaba que el marcador no se moviera; sin embargo, a lo lejos Veracruz perdía con Morelia y San Luis estaba cayendo ante los Zorros del Atlas, por lo que la situación se mantenía en calma.

Se acerca el final. Empate entre Dorados y Pumas. Todos expectantes, aunque con la sensación de que el cuadro sinaloense estaba salvado. Los últimos reportes señalan que corre el minuto ochenta y siete y San Luis está condenado al descenso, sigue perdiendo por la mínima diferencia con el Atlas. Los representantes de prensa bajamos en espera del silbatazo final para poder interrogar a los protagonistas y palpar de cerca el ambiente que se vive. Todas las preguntas irían en torno a la milagrosa salvación. Se escucha el silbatazo. Se acaba el partido. Los guardias de seguridad están por abrir la puerta para empezar a dialogar sobre la permencia de los Dorados cuando un periodista local interrumpe los empujones y calla los voces con el anuncio de que el equipo de Juan Manuel Lillo estaba descendido. En un regreso heroico y sospechoso para muchos –entre los cuales no me incluyo- San Luis daba la vuelta al marcador por conducto de Marcelo Guerrero, quien salvó a los suyos con anotación en tiempo de descuento.

Los aficionados se enteran a oídas. Lo que empieza como un rumor se expande como bomba demoledora y se convierte en un triste despertar. Se escuchan los chiflidos. Juan Manuel Lillo sale a dar la cara por última vez y emprende el viaje de regreso a su tierra como si nada, ya está acostumbrado a fracasar. Eustaquio de Nicolás, propietario del cuadro de los Dorados, afirma que algún día regresarán, se le ve triste y a la vez convencido de poder retornar a la división de los dieciocho grandes.

Al final, Guardiola, Abreu, Lillo y muchos otros se fueron sin pagar sus propias culpas. Los que se quedaron, los que siguen siendo fieles a un sentimiento que no ha desaparecido, son los aficionados comunes y corrientes, los que aprovechan que subes a su taxi para hablar de los Dorados; los albañiles que trabajan en el Carlos González y González; los que siguen alimentando foros de discusión respecto a los sinaloenses como si estuvieran en el Máximo Circuito.

El verdadero drama del descenso no está en las caras tristes de los jugadores, ni en los millones de dólares que perdieron los directivos. Las auténticas lágrimas de dolor se ven en las tribunas, se sienten en el corazón. Hoy, cuando Santos y Querétaro definan cuál de los dos se va, muchos rostros se mojarán ante la impotencia de no poder hacer nada para evitar los designios del futbol.

Quizás los propietarios del cuadro de la Comarca o los de Querétaro ya tengan planeada una estrategia para seguir en Primera División, en una más de las irregularidades de nuestro balompié, pero nadie es capaz de eliminar esos minutos y segundos en que los seguidores se entregan a su tribu y se hunden en la más profunda de las penas.

Por si a alguien le queda una duda, claro que sueño con el regreso de los Dorados a la Primera División. "
MIRAD AL CAÑON DE MI ARMA Y MULTIPLICAOS POR CERO!
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Demagogia barata

Notapor faif el Jue Abr 03, 2008 9:25 pm

Que la gente sepa que en México se baja por la media de los últimos 6 campeonatos (o menos para los recien ascendidos, en el caso de dorados 2 años=4 campeonatos).

Lillo dejo Dorados 8º de su campeonato.
Mejor resultado de la historia de Dorados en un Torneo.

Dorados bajo por los resultados de los 3 campeonatos anteriores.

Echar la culpa a Guardiola y Abreu... vamos no me jodas!
faif
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DÉJALOS

Notapor PIRO el Vie Abr 04, 2008 12:28 am

Faif no te agobies date cuenta de lo que están tirando para quitar la ilusión a un montón de aficionados ilusionados, será que son amigos de OLABE, sí, el que se llevó los millones junto con Asti Bengo etc...
PIRO
 
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