Aviso: contiene SPOILER escribió:Los hijos del Txato y Bittori son Xabier y Nerea.
Aramburu trata sus personalidades contextualizándolas en unos universos de sociedad moderna sin problemas identitarios. Es decir, los dos jóvenes hermanos viven en la sociedad vasca a la manera de como hubieran vivido en cualquier ciudad fuera del País Vasco. Es decir, como urbanitas flotantes en la sociedad moderna de consumo de la que absorben los pingües beneficios de ricos herederos (el Txato había tenido tiempo de crear un buen patrimonio).
Así pues, Xabier y Nerea son vascos pero su aspecto social vasco lo han relegado tanto que no se les nota en absoluto en su vida. En realidad huyen de su identidad vasca. Lo cual es una consecuencia crudamente lógica pues "lo vasco" los ha dejado huérfanos por asesinato.
Ello, que humanamente es tan explicable, quizá los haya empobrecido emocionalmente.
En efecto, Xabier es un médico especialista hospitalario que vive sin rumbo vital fijo, soltero, sin anclajes ni fes, y que sobrevive tras su mesa de despacho y su botella de coñac escondida en un cajón. Es un personaje al que Aramburu lo podría desarrollar todavía más como una muestra del desierto existencial de la sociedades capitalistas de bienestar y de consumo. Pero Xabier, aunque importante, no es esencial en la obra y su personaje cumple honradamente con el papel asignado por el novelista, el cual no profundiza más.
Nerea es más poliédrica. Habia sido el ojito derecho del Txato y resulta espeluznante su reacción en Zaragoza, entre los estudiantes de su cuadrilla, cuando en un bar ve horrorizada la foto de su padre en la televisión y un letrero sobrepuesto: "empresario asesinado hoy en Guipúzcoa".
Estremecedor.
Posteriormente Nerea asume su propia vaciedad existencial y entra en un mundo posmoderno, burgués y libre de reglas y convencionalismos. Su momento estelar es su avance desafiante entre las mesas de un bar, en San Sebastián, con vestido ceñido remarcando su bella figura, altísimos tacones, al encuentro de su amante infiel, consciente de su infidelidad, y mirándose sonrientes ambos fijamente a los ojos. Inefable.
Así que los dos hijos del Txato y Bittori resultan unos perfectos naúfragos de la sociedad moderna.
Buen retrato del desánimo de ésta.
Quizá convenga señalar el fuerte contraste entre estos hijos burgueses del matrimonio Txato-Bittori, generador del status, y los hijos del matrimonio Joxian-Miren, de la clase obrera, que crecen en esa clase, y enlazan y reaccionan, a favor o en contra, ya se verá, con las corrientes ideológicas abertzales.
Un saludo
Nereasev escribió:Me ha recordado muy vivamente muchas cosas muy tristes. Sobre todo, cómo hemos tenido la vida condicionada absolutamente durante cuatro décadas. La vida política. La vida social. La vida económica. Y esto significa la VIDA, con mayúsculas: todos los aspectos de nuestra existencia, durante años y años.
Me parece horrible e injusto. Y nadie pide perdón por eso ¿Quién nos devuelve esos 40 años de vida normal? ¿Cómo seríamos de haber podido vivir en libertad? ¿Cómo sería nuestra tierra si todo el que quisiera se hubiera podido presentar a las elecciones? Si se hubieran podido tomar las decisiones más convenientes para la mayoría (trazado de carreteras, de ferrocarril, medidas de comercio, económicas...).
Lo dicho. Una triste realidad.
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