Bueno, todos sabemos que el origen de estas manifestaciones la tiene la subida prometida de las tasas sobre el gas-oïl, acompañadas de subidas muy por encima de la inflación en los servicios públicos: agua, luz, electricidad y otras cuantas que me dejo en el tintero.
Paralelamente estaba previsto (y se ha aplicado) una subida de las pensiones del o,3%. Sí, habéis leído bien. Así como un aumento de una tasa aplicable a todos del 1,7 % de nuestros recursos (revenus en francés).
Inútil deciros que los pensionistas, cuyas pensiones han sido revalorizadas desde hace 10 años por debajo de la inflación, están que trinan. Incluyéndome a mí, claro.
Me diréis, en una lógica neoconservadora, normal puesto que la nuestra deuda pública ha igualado este año a nuestro PIB y hay que hacer economías para frenarla. Sí claro. Pero en una lógica neoconservadora, diría Salmón, o sencillamente en lógica pura, como todos los estados lo han hecho, incluyendo a España, se debe rebajar el gasto público. Pues no queridos, sigue aumentando. Peor todavía, suprime del impuesto sobre la fortuna, que tan solo España (salvo Madrid) comparte con Islandia, la fortuna financiera y lo deja para los bienes inmobiliarios. Es decir que para economizar baja el impuesto para los ricos y aumenta el de los otros.
Claro, los servidores del Estado no se olvidan y siguen los aumentos salariales así como el de los colaboradores de los ministros. Por cierto nos prometió 15 ministros y nos ha dado 37! Es que hay que contentar a aquellos que lo apoyan.
Peor, ministros y sobre todo el niño bonito que nos gobierna gastan para la comodidad de sus transportes y de sus estancias lo que no conviene a la austeridad prometida. Por ejemplo 500.000 euros para renovar la vajilla del Eliseo,residencia de nuestro querido amo y señor.
Los partidos tradicionales que podrían frenar a este gobierno, cayados, salvo el equivalente a Podemos y la Marine Le Pen viendo parte de sus dirigentes largarse. Entonces, cómo se puede protestar, chillar? Pues no queda más recurso que la calle.