No suelo hacer comentarios, al menos futbolísticos, de los partidos que sigo por la tele. Los considero como “no vistos”. Necesito estar apostado en mi atalaya de Anoeta para poder comparar y valorar.
Pero, como todavía me dura la euforia del “portazo” del minuto 89 de ayer, voy a relacionar unos cuantos puntos que se me ocurrieron con el transcurso del encuentro. Unos fueron negativos, otros positivos. Selecciono siete de cada “bando” para que vayan parejos, no porque hubiera tantos de un tipo como del otro. En absoluto. Los positivos fueron más numerosos que los negativos y de mayor entidad (si hasta he tenido que incluir la frivolidad del aeropuerto para igualarlos en número).
Estas son las dos Granadas: la Granada negativa y la Granada positiva.
Gol local. Despeje defectuoso de la defensa, pérdida peligrosa de WJ (seguida de falta y tarjeta) y despiste de Remiro. Demasiado para una sola jugada.
Relevos. En el primero entró Isak en el 66’ y en el segundo Jaunzaj ¡¡en el 84’!!, cuando Willian y Sangalli llevaban muchos minutos pidiendo a gritos el cambio.
Ariete. No fue la noche de WJ. Hizo apoyos y buenos movimientos de arrastre, pero dejó demasiado abandonada su zona, la del delantero centro. Isak dio sensación de hacer un juego más adecuado al momento.
No aprobado. Aciaga la noche de Sangalli, salpicada de peligrosas pérdidas y pases fallados.
Aeropuerto. Intentó descentrarnos, enviándonos a Málaga. Todo en balde.
Defensa central izquierdo. Sigo manteniendo que no es el puesto de Llorente. Perdió dos balones peligrosos por negarse a golpear con la zurda y revolverse sobre sí mismo para hacerlo con la derecha. Viendo esto, ¿por qué Zubeldia juega de central izquierdo con Aritz y no lo hace con Diego al menos cuando coinciden? No sé si se arreglaría mucho mejor pero, al menos, no moveríamos a nuestro mejor central derecho.
Arbitro. Lo peor. Inexcusable su actuación en el penalti. De los millones de (tele)espectadores solo a la familia de Neva y a él les “pareció” que no lo era. Sin justificación.
Garra. Enorme el aporte físico y de pundonor que derrocha Portu en cada partido. Ayer además acertó con dos remates que, a la postre, nos valieron tres puntos.
Recorrido. Según van pasando las jornadas da la impresión de que Merino aumenta su presencia en muchas partes del campo. Defiende, crea, ataca y llega al remate ¿Será el box to box por el que suspiraba Montanier? Aún tiene puntos de mejora.
Arranque del partido. Con frecuencia hemos achacado a nuestro equipo saltar al campo un tanto ausente, espabilando cuando el marcador ya está en contra. Ayer, por el contrario, salió a por todas, dominando totalmente la situación durante un buen rato, diría que hasta recibir los dos mazazos, el penalti no señalado y el gol local.
Nacho. Antonio Puertas, extremo derecho, viene siendo últimamente el jugador más desequilibrante del equipo granadino y su principal referencia en ataque. Ayer no se le vio y fue sustituido en el 59’ por Machís que, siendo extremo izquierdo, ocupó su puesto desplazando a Vadillo a la banda derecha. Este, el jugador de mayor visión de juego y mejor toque de balón de su equipo, a partir del cambio de posición se difuminó totalmente, siendo sustituido en el 84’. A todo esto Monreal impasible, sin aspaviento alguno, como si él no tuviera nada que ver con todo lo anterior.
Arte. En ocasiones se suele decir para alabar una jugada que merecía la pena pagar la entrada solo por verla. Fue lo que pensé ayer cuando vi a Januzaj, robar el balón, avanzar y, cayéndose, enviar un pase oblicuo entre líneas a Portu, con fuerza y dirección exactas. Arte puro.
Desparpajo. Es lo que mostró el equipo a lo largo del partido, sin arrugarse en ningún momento ante las acometidas del cuadro local y sin renunciar por ellas a su forma habitual de tratar el balón y los espacios. En gran equipo.
Afición. Lo mejor una vez más y van… Chapeau. A casi mil kilómetros volvió a demostrar que es uno de los mayores activos del Club, al que no abandonó ni en Segunda. La ves allí animando y, además de hacerte sentir orgulloso, te crea un deseo enorme de que gane la Real y no ya por ti, sino sobre todo por ella, para que redondee su viaje.
Por supuesto que todo esto es una relación de sensaciones totalmente personales y quizás no compartidas. Un divertimento sin mayor trascendencia.