por Rojo el Lun Sep 13, 2004 7:52 am
Miedo a una incineradora
JOSE CRUZ RUIZ VILLANDIEGO/MÉDICO
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Este mes de Agosto ha supuesto un tiempo muy activo para comenzar la 'venta' de las incineradoras en Guipuzcoa. Xabier Garmendia, redactor del Plan de Residuos de Guipuzcoa, y M.A. Muñagorri, gerente de la Mancomunidad de Txingudi han movido sus fichas y por medio de artículos o de anuncios, firmados por sus ediles, arremeten contra los médicos que salen en Prensa demostrando el peligro y el riesgo para la salud que supone vivir próximo a una Incineradora, y contra cualquiera que diga que tiene miedo a una Incineradora.
Su orgullosa defensa del proyecto basada en el apoyo de diferentes partidos políticos pone en evidencia la arrogancia y el abuso que hacen de nuestros votos para imponernos lo que no estaba en ninguno de sus programas. Sólo los evidentes intereses que rodean a la construcción de una incineradora y las prisas por ocultar una gestión nefasta, de las basuras y vertederos, pueden explicar la conjunción de siglas que lo apoyan.
Me bastaría con recordar dos de los múltiples trabajos científicos para alarmarnos, asustarnos y tener miedo de vivir cerca de una incineradora: Knox, del año 2000, evidencia el aumento en 2 veces del cáncer y leucemia infantil en un área de 5 Km.; Saintot, el año 2004, encuentra aumento del índice de casos de cáncer de mama en mujeres que viven próximas a una incineradora. Por si esto no fuera poco, el Director de Salud del Gobierno Vasco (Sr. González de Galdeano) en declaraciones en Juntas de Guipúzcoa admitía la existencia de riesgos en la salud y, además, por si acaso, anunciaba análisis rigurosos a la población cercana a las incineradoras : esto significa hacer análisis de sangre a niños sanos. ¿Por qué?: Porque es un riesgo vivir próximo a esas plantas. Porque los que hemos estudiado Medicina sabemos que veremos las consecuencias dentro de varios años y ya será tarde para solucionarlo.
En todas las entrevistas y anuncios que hacen este equipo de industriales de la Incineración afirman, sin rubor, que la información ha sido completa y el debate plural y amplio. Menos mal que la gente y la opinión pública de Irún y Hondarribia ya sabe lo sucedido en Txingudi : preparación del proyecto desde el 2000, anuncio público del proyecto a finales de julio del 2003 con una nota que ocultaba el término incineradora con el eufemismo de «estación de tratamiento de residuos» y nos enteramos que sería una incineradora en febrero de 2004 con el proyecto ya hecho y los terrenos comprados, y todavía ocultando la chimenea para dar aires de museo mientras otorgaban calidad de médicos, ilustrados y valedores de esta tecnología, a doctores en química y biología. ¿Qué debate han conocido estos personajes y sus compañeros de incineración? En Txingudi sólo han querido que supiéramos que tenemos un gran problema de basura y por eso nos van a traer también la basura de Francia.
¿Cómo consigue esta gente que se obvie un decreto ley que obliga a situar las industrias nocivas, insalubres, tóxicas o molestas a más de 2000 metros de los primeros núcleos de población agrupada? ¿Cómo no han visto colegios de niños a 400 metros al buscar la ubicación ideal?
Estoy seguro que no necesitaré entrar a defender a otros movimientos, a otros ciudadanos, o a los periodistas a los que recriminan por oponerse a las incineradoras. Ni tendré que decir que la Organización Muncial de la Salud, en 1999, no reconoce entre incineradoras nuevas o antiguas y las sitúa como las peores culpables en la emisión de dioxinas al medioambiente y, en el 2003, como uno de los principales emisores de carcinógenos. Tampoco será necesario recordar que sus paraísos de incineración, en donde los ratios incineradoras/población son los mayores del mundo (como nos quieren imponer en Guipuzcoa; en Txingudi será una para 60.000 personas) como Dinamarca, con el mayor índice de cáncer femenino del mundo (características también atribuibles a las emisiones de las incineradoras) o Japón con los mayores índices de contaminación mundiales y su respectiva incidencia de enfermedades respiratorias y tumorales.
Efectivamente hablamos de miedo: miedo a lo que nos quieren construir tan cerca de nuestros hogares, miedo a sus gases y cenizas, miedo a que lo maneje gente con tan pocos escrúpulos, miedo a no estar protegidos por nuestras instituciones, miedo a que hagan con nuestros votos lo que les viene en gana, miedo porque sabemos lo que es un cáncer de hígado o un sarcoma de tejidos blandos o un linfoma o una espina bífida, o un cáncer de mama , miedo a que mi hijo enferme y no haber hecho lo posible por parar aquella incineradora.