Recuerdo un fascinante álbum de cromos presente durante mi infancia titulado "RAZAS HUMANAS". En él se mostraban fotografías de BOSQUIMANOS, NORUEGOS, BATUSIS, MASAIS, PIGMEOS, MALAYOS, CHOLOS, NORUEGOS, MONGOLES, ESQUIMALES.... En el patio del colegio intercambiábamos los cromos que teníamos repetidos y nos sorprendíamos ante la aparición de una nueva y desconocida raza para nosotros: ¡las MUJERES JIRAFA! Nos educaron en la maravillosa diversidad de la especia humana y en su increíble poder de adaptación a los más extremos e inhóspitos hábitats de la Tierra.
Hoy el rodillo apisonador de la progresía y la igualdad mal entendida han convertido aquel fantástico álbum en un documento incunable y proscrito. En los colegios se dice que las RAZAS no existen.... que sólo hay una única e incuestionable RAZA HUMANA, ignorando la básica distinción entre los conceptos biológicos de RAZA y ESPECIE.
Las tiempos fáciles crean hombres débiles. La fortaleza de los hombres consiste precisamente en todo lo contrario a imponer la igualdad. Esa fortaleza implica buscar las diferencias para admitirlas, consentirlas y postrarse de admiración ante ellas. No hay mayor debilidad ni mayor dictadura que la negación de la naturaleza.