Convocamos a una Conferencia Internacional para establecer una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo para todas las naciones
A la luz de la escalada en la crisis ucraniana, los ciudadanos de todo el mundo se preguntan a sí mismos y a sus dirigentes políticos con urgencia, dónde acabará todo esto. ¿Se dirige esto hacia una confrontación mundial más grande, quizás incluso termonuclear? ¿Nos enfrentamos a una Crisis de los Misiles Cubanos a la inversa y más peligrosa? ¿Sobrevivirá la humanidad?
Detrás de este muy real peligro de guerra, y de la causa de ese peligro, está el estallido del sistema financiero transatlántico. Una burbuja especulativa de casi $2.000 billones de dólares en derivados financieros y deudas que ya está explotando. Se ha desatado un proceso hiperinflacionario a nivel mundial, acompañado de un derrumbe de las economías físicas de las naciones occidentales. La City de Londres y Wall Street, los propietarios de ese sistema en bancarrota, están desesperados por destruir cualquier alternativa funcional a su sistema, tal como la alianza de Rusia y China en torno a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que ya incorpora a casi 150 naciones; y la casta financiera transatlántica ya ha declarado abiertamente que eso es lo que está en juego.
También lo ha declarado Vladimir Putin, quien correctamente dijo que la implacable expansión de Estados Unidos, el Reino Unido y la OTAN, hacia el este hasta las fronteras mismas de Rusia, la motiva esta política económica, y que eso amenaza la seguridad nacional de Rusia de manera que Rusia no lo puede aceptar.
Por lo tanto, para detener ese impulso hacia la Guerra, es necesario adoptar un enfoque más fundamental, que es el establecimiento de un paradigma totalmente nuevo que garantizará la seguridad y el desarrollo económico de todas las naciones del planeta. El único precedente reciente para esto en Occidente, es el Tratado de Westfalia de 1648, que puso fin a 150 años de guerras religiosas en Europa. El tratado se elaboró en el momento en que todas las partes tomaron consciencia de que, de continuar por ese sendero, no habría ganadores y habría muy pocos sobrevivientes. Decidieron entonces crear un Nuevo Paradigma basado en la defensa del interés del otro, y en la premisa de que la seguridad de todos es el primer requisito para la seguridad de cada parte.
Esta es la lección esencial del Tratado de Westfalia para hoy. El mundo actual se encuentra en una encrucijada similar. Si continúa la orientación geopolítica actual, la guerra nuclear se convierte en una posibilidad muy real, después de la cual no habrá vencedores, y muy probablemente tampoco supervivientes.
Más bien, se debe convocar inmediatamente una conferencia internacional según el modelo de la Paz de Westfalia. El interés fundamental de todas las partes es garantizar que se atiendan los intereses centrales, económicos y de seguridad de cada una, es decir, un orden basado en el beneficio del otro, en el bien común o el bienestar general y en un amor subyacente a toda la humanidad.
El sistema económico también debe ser reformado drásticamente para expresar esta perspectiva. El renombrado economista estadounidense Lyndon LaRouche especificó con gran detalle cómo funcionaría un sistema de este tipo, basándose en lo que llamó sus Cuatro Leyes:
1. El restablecimiento inmediato de la ley Glass-Steagall instituida por el Presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, sin modificaciones, en cuanto al principio de acción. Esto significa someter a toda la burbuja financiera especulativa a una reorganización por bancarrota.
2. Retornar a un sistema de Banca Nacional de arriba a abajo, y minuciosamente definida, como lo especificaba el primer Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Alexander Hamilton.
3. El propósito de la utilización de este sistema de crédito federal es generar tendencias de alta productividad en las mejoras del empleo; con la intención tácita de aumentar la productividad físico-económica, y el nivel de vida de las personas, y los hogares.
4. Adoptar un “programa de urgencia” para la energía de fusión a fin de fomentar los avances científicos fundamentales que requieren el crecimiento económico ilimitado y el desarrollo.
El Instituto Schiller y su fundadora, Helga Zepp-LaRouche, hacen este llamado para iniciar el debate internacional urgente que es necesario llevar a cabo a fin de convocar dicha conferencia y detener el llamado “Reloj del Juicio Final” antes de que marque la medianoche. Llegó el momento de que las instituciones y los individuos de todas las naciones den un paso al frente y se unan a la movilización por una conferencia internacional que establezca una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo para todas las naciones.